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“Al navegante que no sabe dónde va, cualquier viento lo lleva”. Dicho popular
GPS
Todos sabemos lo que es un GPS. Las siglas responden a Global Positioning System (Sistema de Posicionamiento Global). Un avance tecnológico que nos ayuda a identificar el mejor camino o ruta para un destino predefinido. O sea, un lugar de llegada que antes definimos nosotros. Es un medio, no un fin. Nadie se enoja con “la gallega” del GPS si nos lleva al destino equivocado, porque el error en ese caso es nuestro. El gobierno pareciera haber decidido que esto no es así. Que las siglas GPS significan Guerra, Pandemia y Sequía y que eso le marcó el camino. En lugar de reconocer que ha emprendido un rumbo equivocado, o quizás reconocer que nunca tuvo un destino claro donde querer llegar, prefiere enojarse con su GPS imaginario. Escuchar al presidente repetir que la guerra, la pandemia y la sequía no le permitieron tener un buen gobierno es bastante lastimoso. Es asignar las culpas y responsabilidades “al afuera”, mostrando incapacidad para adaptarse al escenario en el que le tocó jugar. A diferencia de lo que han hecho las empresas y el sector privado en general, donde los resultados, buenos o malos, se explican, pero no se justifican. Se corrige, se aprende, se cambia el plan, se adapta al entorno y no se pierde de vista la estrategia de mediano plazo. Un país emulando a un perro queriendo morderse la cola, dando vueltas y gastando energía en lo inútil. Las próximas elecciones deberían obligar a la ciudadanía, y a los gobernantes, a resetear el destino de ser un país normal y en función a ello usar un GPS adecuado. Todavía, creemos, estamos a tiempo de generar una Nación con mayúscula, una República. Ojalá lo hagamos.
LA MACRO EN LA MICRO
Inflación del 8,4% en abril y con expectativa de llegar al 10% en los próximos meses. La suba de precios ya es algo asumido y sobre lo cual nada serio tiene pensado hacer el gobierno. Sólo fuegos artificiales con nombre de precios justos o discursos tipo Tombolini explicando, como siempre, que la culpa la tienen los angurrientos almaceneros. Del mismo modo se ha abandonado el objetivo de iniciar un proceso genuino de recuperar reservas reales del Banco Central, sólo se imaginan mecanismos para adelantarlos (tipo dólar agro) o “pasar la gorra” en el FMI (y en todo mostrador posible) para mendigar algunos verdes. La brecha cambiaria sigue cerca del 100%, aunque se registró un aumento en la velocidad de devaluación diaria del dólar oficial en el último tiempo.O sea que se devalúa pero con el discurso de que no se lo hace. La micro (empresas e individuos) ya lo tiene claro y tiene los anticuerpos en alerta. Apuntar a licuar deudas en pesos y evitar tener pesos excedentes en la cuenta son sólo dos de las estrategias cotidianas. En este marco económico arbitrario y “encepado” todos sabemos que es imposible acertar con las decisiones, pero nadie se entregará fácilmente. Se vende cuando hace falta la plata y no antes (a veces perdiendo buenos precios), se mandan los pesos excedentes a fondos de inversión de rescate inmediato, se compran insumos o “cosas” dolarizadas, y así todo. Parte de la energía aplicada a defenderse en lugar de a crear oportunidades. Es el juego que toca jugar.
BUSCANDO LA LIQUIDEZ PERDIDA
Se busca en las empresas, con intensidad y en algunos casos con desesperación, la liquidez perdida. Primero la hídrica, el ruego por la lluvia que nos ha transformado en adictos a leer pronósticos. De esa liquidez, en varias zonas, depende poder sembrar trigo o cebada, depende recomponer la base forrajera en planteos pastoriles ganaderos y lecheros, depende recuperar el ánimo golpeado ante los magros resultados de la campaña que termina. Y segundo, buscar la liquidez financiera que permita encarar el nuevo ciclo productivo. Recurriendo a recursos reales, pero también imaginarios o potenciales (el optimismo está en el ADN del campo…). Se usará en parte capital propio, se recurrirá a financiamiento bancario y comercial, aquellos preparados tomarán inversores o socios coyunturales, en empresas mixtas con ganadería se “pasará el peine” en los rodeos para pasar mejor la sequía y de paso hacer caja, y si es posible se hará mucho trigo o cebada para juntar fondos a fin de año. Y una vez solucionado el arranque financiero del año, el resto se irá resolviendo más adelante. ¿Será como el cuento del loco que saltó de un edificio y que dijo “por ahora vamos bien” mientras pasaba por el sexto piso? Seguramente no.
ESTRATEGIA OFENSIVA O DEFENSIVA EN LAS EMPRESAS
Percibimos en los empresarios dos líneas de pensamiento sobre la estrategia para aplicar en un año como este. Más defensiva o más ofensiva. En líneas generales, una defensiva podría resumirse en frases como: “defiendo lo que tengo, me baso en lo financiero para decidir, minimizo inversiones, achico o mantengo la escala pero no crezco, mantengo foco en lo que sé hacer bien”. En resumen, surfear la ola esperando tiempos mejores. Y los que plantean una estrategia más ofensiva plantean cosas como “hay una oportunidad para crecer y ocupar espacios que deja la competencia, tomar créditos en pesos y hacer inversiones o aplicar tecnología apostando a una licuación, contratar gente valiosa que saldrá de otras empresas y adoptar una estrategia de innovación, aunque tenga riesgos”. En resumen, apuntan a preparar la empresa ahora para que cuando lleguen los tiempos mejores ya se haya picado en punta. Ambas estrategias son válidas y el tiempo marcará cuál fue más exitosa.
DÓLAR SOJA III – DÓLAR AGRO
Como mencionamos en nuestro anterior informe el dólar Agro o Programa de Incentivo Exportador, que termina a fin de mayo para la soja, tenía ciertos vicios de inicio que permitían predecir que el mismo no tendría el mismo impacto que en las ediciones anteriores. Si se analiza la cantidad de reservas netas logradas por el BCRA (objetivo del programa) y se compara con las ediciones anteriores, veremos que al 19 de mayo el aumento de reservas sólo fue de 288 M U$S, que es el 6% de las reservas logradas en la primera edición y el 23 % comparadas con las acumuladas en la segunda edición. Son pocas las producciones y economías regionales que se pudieron incorporar al Dólar agro que funciona hasta el 31 de agosto, básicamente por los complicados requerimientos para poder incorporarse, dando una clara idea de que no se entiende el funcionamiento de las mismas. El complejo Girasol logró de alguna manera entrar en el programa lo que se evidenció en la aparición en mercado de un precio en pesos que no existía antes de este Dólar Agro.
EN QUÉ ANDAN LAS EMPRESAS
Mientras transcurre la cosecha de soja y maíz, sin sorpresas positivas en cuanto a rindes estimados, se trabaja en la construcción de la nueva campaña. Tal como se mencionó, las acciones o el foco que se pone depende de si la estrategia es ofensiva o defensiva.
Existe un primer “puente” a superar, que es la siembra de fina (trigo/cebada). Dependiendo de la zona, el perfil de humedad acumulada es el que define. En líneas generales, salvo el sudeste y sudoeste de Buenos Aires, es posible que la misma se atrase, perdiendo potencial de rinde y además hará que en algunos casos se descarten lotes que ya estaban planificados, con la consecuencia lógica de la falta de ingresos para fin de año.
En cuanto a créditos tomados o a tomar, al transcurrir el tiempo la escasez de los mismos en pesos aumentó, al igual que subieron las tasas Lo que hace treinta días se analizaba si tomarlo o no porque parecía caro, hoy ya no está y nos parece baratísimo, fenómeno que seguramente se seguirá repitiendo.
Los insumos en teoría están en tendencia a la baja de valor, pero por el riesgo de no poder importar los mismos (cosa que sucedió el último mes), se mantiene su precio por el momento. Y entonces la disyuntiva pasa a ser: ¿compro ahora o espero la baja? Pero si la espero quizás no hay disponibilidad, lo que hace que las empresas están tomando en forma más acelerada posiciones en insumos. Todo esto ante una red de distribuidores afectados por el impacto de la sequía no sólo en cuanto al cobro de la campaña anterior, sino en cuanto al stock no vendido como consecuencia de la misma (stock que como dijimos tiene una alta probabilidad de baja de precio).
Otra disyuntiva se genera en la venta de granos disponibles, si tomar o no el dólar soja o dólar girasol o cebada y darle destino a esos pesos o esperar y aprovechar precios superiores y un tipo de cambio “incógnita”. O vender a futuro y calzar la operación del tipo de cambio en el dólar Rofex y descontar en algún circuito bursátil dicha venta y cobro anticipado. Mucho para trabajar y pensar, en un contexto donde las distintas alternativas cambian a diario.
NEGOCIO AGRÍCOLA
Sigue existiendo un divorcio de precios entre el mercado nacional e internacional, en algunos productos más que en otros, consecuencia de todas las intervenciones del gobierno. Al respecto parece interesante lo escuchado en la última jornada de Agrotendencias, con la visión de distintas partes de la cadena. La podemos sintetizar en dos puntos centrales: 1-eliminar todos los fideicomisos y 2- finalizar con medidas distorsivas como el dólar soja o el dólar agro. En cuanto a la tendencia internacional, de no escalar el conflicto Rusia-Ucrania, los fundamentals indican que los precios dejarán esta zona de “excepción” de altos precios , buscando un nuevo escalón más bajo que el actual. Por lo tanto la recomendación para la nueva campaña sería buscar coberturas flexibles, anticipadas, y por un alto volumen de la producción estimada. La mala noticia es que para realizarlo es necesario un cierto grado de liquidez, recurso escaso en esta campaña.
DIMENSIÓN DEL DESASTRE
La Bolsa de Comercio de Rosario informó una nueva baja de las estimaciones de la cosecha de soja para la presente campaña. Con el 54% cosechado de la soja, las estimaciones se encuentran en 21,5 Mt y bajando. Esto es, a hoy, un 56% menos de lo que se esperaba producir a principio de campaña y 10 Mt menos que la campaña 2008/2009, año considerado como desastroso para el campo.
Por su parte, el maíz lleva cosechado un 32% de la superficie de la campaña y la merma hasta el momento es de un 40% menos que la producción estimada a principio de campaña, rondando los 32 Mt. Si agregamos la merma ya conocida de trigo del 44%, en cebada del 34%, y se suman las mermas en la producción de carne, leche y economías regionales, tendremos el panorama de unas de las peores campañas agropecuarias de las que se tenga recuerdo alguno.
La Cámara Argentina de Aceiteros (CIARA) indica que se registrará el menor nivel de molienda de los últimos 18 años, La Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA) estima mermas de ventas de entre un 50% y 80%, y existe preocupación por las dificultades de mantener los puestos de empleo ante semejante desplome.
Más allá del dato puntual de la merma, el quebranto, y su impacto en el corto plazo en las distintas cadenas del agro (agronomías, viajes, movimientos de puertos, molienda, alimentos para animales, economía de pueblos, etc.) es importante entender que un quebranto de esta naturaleza tendrá impacto en las empresas y en las producciones en más de una campaña. No sólo para recuperar liquidez perdida, sino también las pasturas, el stock liquidado, la mano de obra perdida, las capacitaciones del personal, la renovación de maquinarias, la incorporación de tecnología, las inversiones en activos fijos, etc.
Dimensionar correctamente el impacto de esta campaña, será muy importante para las políticas a desarrollar por el nuevo gobierno, para acelerar la recuperación del sector.
NEGOCIO GANADERO
La foto sigue fuera de foco. El exceso de vacas enviadas a faena (un 20% más entre enero y abril respecto al 2022), la baja capacidad de pago del consumidor argentino promedio en mostrador y la falta de pasto que obliga a desprenderse de terneros son un combo complicado. Sumado a una demanda china que ha aflojado y una industria frigorífica en Brasil con un stock almacenado de carne sin vender que ya volcará al mercado, y a un precio menor al de Argentina. Todo este escenario va al precio del kilo que puede recibir el ganadero. Con un novillo que se mueve entre 500 y 520 $/kilo vivo, un ternero entre 480 y 500 $/kilo, una vaca preñada que según edad y estado fluctúa entre los $120.000 y los $170.000, vacas manufactura de estado medio entre 130 y 140$/kilo en feria (aunque con destino a China en valores bastante más altos). Además son precios estancados hace unos meses a los cuales la inflación erosiona mes a mes. Los planteos de cría, que son a base pasto, sin terminar de salir de la sequía y teniendo que vender a precios poco atractivos si no pueden sostener una recría. Apretando los dientes para no descapitalizarse ante una expectativa, real o no, de una mejora de los valores dentro de tres o cuatro meses. El feedlot con números que cierran bien, con corrales llenos, y dispuestos a volcar toda esa oferta al mercado entre agosto y octubre (en pleno período electoral). Se han hecho pocas reservas para el invierno respecto a otros años (rollos, silo) y ya se empieza a notar gran actividad en las empresas proveedoras de alimento balanceado. Cuesta encontrar buenas noticias en el corto plazo para el negocio ganadero. Se sabe que la ganadería se mueve por ciclos y que esto ya ha pasado antes y que se va a revertir. Sostener la exportación es clave para la recuperación, pero también es relevante que no haya una caída del stock de vientres (hoy el 50% de lo faenado son hembras) porque dificultará la recuperación del negocio. En términos edilicios, estamos en una obra en construcción, pero en la fase inicial donde se rompe más que lo que se construye y donde cuesta imaginar lo que vendrá. Pero que quede claro, la ganadería tiene elementos intactos para recuperar rentabilidad. Aunque ahora cueste verlos.
NEGOCIO LECHERO
El precio de la leche Siglea en abril fue de 89,36 $/litro (1224 $/kilo de sólido), lo que representa un aumento del 6,5% respecto al mes anterior y un 107% comparado con un año atrás. Es una pelea que parece pareja respecto a la inflación, pero que esconde que ha habido costos de producción que han subido bastante más. En particular lo relacionado con la alimentación “interna” como es la producción de pasto o reservas (silo, rollos), que por su menor productividad por la sequía generaron un costo por kilo de materia seca más alto de lo habitual. Y los costos “externos” también tuvieron subas relevantes, como los balanceados, núcleos y subproductos en general. El precio reflejado en dólares oficiales es de 0,39 u$s/litro, un valor extremadamente alto pero con bajo poder adquisitivo, reflejando el atraso cambiario y el dólar artificial. La brecha cambiaria y los derechos de exportación, que en general no parecen aplicarse a la lechería, están haciendo mucho daño. Y se suma el dólar soja en su tercera versión en mayo, otro plus de costo generado por la hambruna de dólares del Banco Central. Reglas cambiantes para una actividad como esta son siempre malas noticias. Sin olvidar el alto costo financiero de tomar créditos para financiar el negocio, aunque existan algunas ventanas de subsidio de tasa en algunos bancos. La producción de leche en el primer trimestre del año muestra un estancamiento ya que es similar al de 2022, con un consumo interno que repuntó levemente pero con la mala nueva que la exportación se redujo en un 10% aproximadamente, sosteniendo sólo Brasil un aumento en sus compras a nuestro país. A nivel internacional, el precio de la leche en polvo no es malo pero está estacionado en los 3200 u$s/tonelada y sin moverse hace un tiempo. La demanda mundial sigue firme más allá de los habituales ciclos, lo cual genera la expectativa para que en un entorno de país más competitivo, nuestra lechería pueda mantener una exportación de sus distintos productos por encima del 30% de lo que produce anualmente. A nivel industria interna surgen dos casos que envían señales en sentido contrario. El primero es el de la empresa Lácteo Vidal, situada en Carlos Casares, que el año pasado fue bloqueada por el gremio Atilra y ahora un juez le ha dicho que debe reintegrar al trabajo a las personas que casi la obligan a cerrar. Mala señal para futuros inversores. Y el segundo es que hay una expectativa en marcha para el rescate de Sancor (luego de su venta parcial de activos a Adecoagro) a partir de un involucramiento del BICE, buscando conseguir fondos frescos y a largo plazo que le permitan recuperar competitividad. Imágenes dispersas de una actividad que pelea por seguir siendo relevante.
Fuente:
Zorraquín + Meneses y Asociados
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