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Por Federico Lyford-Pike, Director de Capital Humano Agro, escribe acerca de los diferentes saberes que una persona debería tener para desenvolverse y desarrollarse en el ámbito laboral.
Tomando las definiciones y el planteo de Oscar Anzorena en su libro “Maestría Personal”, decimos que una persona es competente en determinada área de acción, en base a un conjunto de conocimientos (saberes), habilidades (saber hacer) y actitudes (saber actuar) que le permiten realizar una acción o tener un desempeño efectivo en un contexto determinado.
Estos 3 componentes del conocimiento deben interactuar en forma conjunta, sincronizada y sinérgica para poder ejecutar el comportamiento deseado.
El saber implica tener el componente cognitivo más la información necesaria para poder analizarla, vincularla y aplicarla adecuadamente.
El saber hacer o las habilidades, implican las aptitudes, cualidades personales, destrezas físicas y capacidades intelectuales que le permiten a la persona actuar en forma competente.
El saber actuar son básicamente las actitudes de la persona que le permiten que su saber hacer sea ejecutado en la práctica. Cuando hablamos de actitudes, ya entramos en terreno de la personalidad y las emociones, de los componentes motivacionales y la disposición anímica de la persona para el logro de los objetivos propuestos.
Estos 3 saberes que nos indica Anzorena, nos conducen a la fórmula por la cual el Valor de una Persona es igual a sus Conocimientos (saberes) + sus habilidades (saber hacer) multiplicado por sus actitudes (saber actuar). VP = (Conocimientos + Habilidades) x Actitudes.
Nadie es competente de por sí, sino que las personas actúan en forma competente en algún determinado dominio específico y en un contexto determinado, y esto lo conoceremos o lo podremos observar a través de sus conductas y comportamientos. Es decir, la competencia solo existe si se manifiesta en la práctica.
Anzorena destaca que, generalmente, saber actuar implica poner en funcionamiento en forma sincrónica y simultánea, varios saberes y varios saber hacer, que él denomina competencias genéricas y las desarrolla muy bien en su libro “Maestría Personal”.
Para tener una ejemplo práctico, tomo el cuento que describió Claudio Zuchovicki, llamado Final del Formulario, sólo por 2 agujeros, donde se ponen en juego los 3 componentes.
A Don Enrique, el carpintero marplatense, un cliente le pregunta cuánto le salía colocar una alacena. Y se dio este dialogo:
– $800, le dice Don Enrique
– ¡¡¡Por dos agujeros, es mucho!!! Dice el cliente.
– ¿Cuánto está dispuesto a pagar? Preguntó el carpintero.
– La mitad, dice el posible cliente, a lo que el carpintero le responde que por la mitad lo puede hacer él.
– Es que yo no sé, contesta el cliente.
– Por $400 yo le puedo enseñar, le dice Don Enrique. Y así, además de ahorrarse $400 tendrá el conocimiento para próximos trabajos.
Al cliente le pareció bien y aceptó.
Don Enrique, entonces, le aclaró: ante todo debería conseguir las herramienta, escalera, alargue, nivel de mano, lápiz, cinta métrica, taladro con percutor, mecha para la pared y una llave de boca y anillo número 11.
– Pero yo no tengo todo eso y no los voy a comprar solo para hacer 2 agujeros, contesta el cliente.
– Bueno le dice don Enrique, por $200 le alquilo todas las herramientas.
– Bueno, dale, respondió el posible cliente ya no tan convencido.
– Listo dijo Don Enrique, el viernes vuelvo y le enseño. Además, tendrá que ir a la ferretería a comprar los materiales que serían solo 2 tarugos y dos tornillos.
– Uh qué pena, en la ferretería siempre hay cola: si va usted por otra cosa, ¿no me los podrá comprar?
– Bueno, dele, contestó don Enrique, pero le sale otros $50, más el costo de la nafta por la movilidad que son otros $150 en total.
Como conclusión, don Enrique le explica al posible cliente que él no cobra solo por hacer 2 agujeros, cobra por su conocimiento, cobra por sus herramientas, por su tiempo, por su puntualidad y por su movilidad. Al final el posible cliente aceptó el trabajo por los $ 800.
Moraleja: en esta anécdota se ponen en juego los 3 saberes, el conocimiento y la habilidad del carpintero y su correcta actitud y paciencia, para ganar a un nuevo cliente que entienda todo lo que pone en juego cuando ofrece su servicio.
Por Federico Lyford-Pike, Director Capital Humano Agro
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