"Es imposible lograr el bienestar de las vacas, si no se ha alcanzado antes el bienestar del personal que trabaja con ellas”. La cita, que pertenece a Mario Sirvén, destacado referente de la medicina veterinaria fallecido en 2021, fue el lema del X Episodio de “La vaca alrededor de la Ubre” de Aprocal (www.aprocal.com.ar), que se enfocó en el bienestar animal y laboral en el tambo, y su impacto en los sistemas de producción láctea.
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Aprocal pone el foco en la importancia y las ventajas de garantizar salud y bienestar animal en el tambo, pero también de su personal.
El encuentro virtual estuvo encabezado por la coordinadora de la Comisión Técnica de Factor Humano de la organización, Lic. Marcela Evans, y del Dr. Roberto Vaca, especialista en comportamiento y bienestar animal, y en bovinos de carne y de leche. La coordinación estuvo a cargo del editor de MOTIVAR, Luciano Aba.
¿Qué es un entorno saludable de trabajo?
Bajo esta pregunta, Evans explicó que, según la OMS, el concepto refiere a "aquellos lugares en los que tanto los trabajadores como los directivos colaboran en un proceso de mejora continua para proteger y promover la salud, la seguridad y el bienestar de todos y la sostenibilidad del lugar de trabajo".
La psicóloga clínica y organizacional invitó a reflexionar sobre qué nos hace bien en el lugar de trabajo, y detalló que, para lograr ese bienestar, lo ideal sería trabajar en aquello para lo que tenemos habilidad, en lo que nos gusta, en buenos climas laborales, equilibrando la vida personal y laboral. También sería ideal poder crecer, ser reconocidos, tener seguridad y estabilidad laboral, encontrar sentido a la tarea que realizamos, disponer de autonomía para tomar decisiones, opinar y ser escuchados. Encontrar beneficios más allá de la remuneración.
¿Y el bienestar laboral?
Evans resumió que el bienestar laboral “es un estado de satisfacción, salud y felicidad de los colaboradores en su puesto". En ese sentido, la profesional, que también es directora de la consultora "Tambo en Equipo", trajo a colación una encuesta elaborada por CREA Santa Fe Centro en 2012, la cual revelaba que, por entonces, en los establecimientos de lechería el 50% de los trabajadores eran jóvenes de menos de 30 años, con bajo nivel educativo, y sujetos a una alta rotación en tambos y puestos de trabajo.
El relevamiento daba cuenta de factores de incomodidad externos que padecían los trabajadores tamberos, vinculados a las instalaciones, el barro, la lluvia y los horarios. La mayoría de los ordeñes eran entre las 2 y las 4 de la madrugada. Esos mismos encuestados habitaban en viviendas que no satisfacían las necesidades de las familias, y más del 70% trabajaba más de 8 horas diarias, con francos y vacaciones desorganizados.
Prácticas a transformar
Para prevenir "riesgos psicosociales", Evans detalló prácticas naturalizadas que se deben transformar a esos fines, como el trabajo rutinario, presión en el trabajo, inestabilidad laboral, temor a la pérdida de empleo.
También es perjudicial la comunicación deficiente, la falta de incentivos, exigencias que llevan a un desequilibrio entre la vida personal y laboral, estilos de liderazgos que no acompañan el crecimiento, falta de autonomía, indefinición de roles, ausencia de un plan de carrera y el fomento de una cultura organizacional que no acompaña la evolución del equipo.
Una Salud
Por su parte, Roberto Vaca hizo hincapié en que, para entender el “bienestar total” dentro del sistema de producción láctea, hay que enfocarse en la interacción entre el hombre y el animal.
Desde el punto de vista del productor, el bienestar animal abarca todo lo referido al confort, la salud y alimentación de la vaca. Desde el punto de vista de los asesores técnicos, está vinculado a la salud y confort.
“Pero el bienestar va más allá de no generar daño en los animales. También contempla (sobre todo en los sistemas pastoriles), la posibilidad de desarrollar los comportamientos propios de la especie, que están conectados con el estado mental: cuando el animal tiene hambre, no sólo tiene un déficit fisiológico, sino que además tiene ansiedad, frustración por no poder obtener algo que es necesario”, explicó.
Y agregó: “Hay angustia en esos animales, así como cuando están enfermos o tienen una mala interacción con el ambiente o con las personas. Esto nos lleva a pensar en un bienestar, en Una Salud”.
“Obviamente, aparecen limitaciones y en la producción lechera son económicas, aparecen complicaciones sanitarias, y en muchos casos pasan por la precariedad de las vidas de las personas que intervienen en el sistema. No podemos tener bienestar animal sin el bienestar de las personas”, remarcó el Dr. Vaca.
El dolor y el miedo
Cuando se habla de falta de bienestar en un sistema de producción de leche se piensa en aquellas enfermedades o prácticas que son dolorosas, como por ejemplo las podales, presentes en muchos tambos y que generan no sólo pérdidas sino malestar en los animales.
“Y no podemos dejar de pensar en la interacción humano-animal que muchas veces es motivo de consulta: ¿cómo hacer para que nuestro personal no maltrate a los animales? Hay que trabajar a favor de los animales. Hay que conocer su comportamiento”, recomendó el especialista.
En este sentido, marcó dos puntos importantes: el dolor y el miedo. El primero, “es una experiencia desagradable no sólo física sino emocional y que se puede dar en nuestro sistema de producción en muchas situaciones de procedimientos extraordinarios, enfermedades e incluso un proceso fisiológico como puede ser el parto”.
Pero estas experiencias dolorosas “debemos tratar de modificarlas o disminuirlas. En los establecimientos lecheros siempre tenemos analgésicos y anestésicos”, enfatizó el Dr. Vaca.
Un relevamiento que realiza la Facultad de Veterinaria de la Plata junto con Aprocal, revela que el 86% de los encuestados considera que el bovino presenta dolor ante una práctica, pero sólo el 40% utiliza analgesia para la misma. Y en cuadros clínicos donde el dolor es uno de los aspectos a controlar, como neumonía, diarreas, mastitis, partos distócicos o patologías podales, el porcentaje se acerca también al 40%.
“A pesar de que creemos o estamos convencidos de que el bovino tiene dolor, la práctica de uso de anestesia y analgésica no es tan habitual”, analizó.
Al respecto, ejemplificó con los problemas que generan las enfermedades podales, principalmente económicos (una vaca con dolor consume menos alimento y produce menos leche), pero también de manejo: una vaca renga genera un mayor esfuerzo y tiempo de las personas. Ello deriva en agotamiento y frustración, y esto a su vez se traducirá en un mal manejo que seguirá sumando vacas rengas al sistema”. Es decir, “un problema clínico-sanitario afecta al bienestar, no sólo de las vacas, sino de las personas”.
Interacción hombre-animal
En este punto, el Dr. Vaca destacó que la interacción hombre-animal se puede clasificar como positiva, negativa, neutra e incluso insignificante. Desde ya, las negativas que contemplan agresiones como golpear o torcer la cola es un indicador de falta de bienestar.
En cambio, se aconsejan acciones positivas como hablar, acariciar y nombrar a los animales. “Hay que tener claro que la vaca tiene memoria, recuerda e identifica personas, indumentarias y lugares donde la pasó mal, igual que el humano. Entonces si esas situaciones se hacen intensas y frecuentes, el miedo de esos animales se manifiesta continuamente y genera menor eficiencia en el trabajo, cansancio en las personas, riesgo de accidentes”, advirtió el especialista.
Fuente: Motivar